viernes, 25 de noviembre de 2016

[Review] Radiohead - A Moon Shaped Pool (2016)





Si ya es duro ser Coldplay, teniendo que repetir hasta la saciedad el mismo disco indigno de pop intenso, pastoso y melodramático para un público ingrato que va y viene, imaginaos ser Radiohead y tener que aplicar esa misma fórmula para satisfacer a unos seguidores fieles, pero con delirios de grandeza, ínfulas intelectuales y síndrome de Dunning-Kruger 

Porque sí, Radiohead es un grupo para Snobs poco cultivados y Thom Yorke lo sabe. De ahí nacen esos ligeros cambios de estilo cada vez más forzados, ese picoteo estratégico y metódico de influencias que van desde Can hasta Steve Reich, esa obsesión empresarial por retorcer la estructura de una canción pop de forma artificial simplemente para que dé la impresión de sofisticación sin perder un ápice de accesibilidad… En definitiva, esa pretensión de convertirse de forma consciente, descarada y casi artesanal en un grupo de culto de masas.

Pero claro, las ideas con el tiempo escasean; no es fácil mantener fresca una imagen de marca durante más de 20 años, por muy crédulos y complacientes que sean tus fans. Su último disco A Moon Shaped Pool , es la prueba definitiva de que el quinteto de Oxford ahora ya no aspira a ofrecer nada más al mundo que una suerte de parque temático de ellos mismos. Un disco claramente construido sin empeño, a desgana, sin involucrarse demasiado, concebido mirándolo por encima del hombro, totalmente plano y poco ambicioso. Con un Yorke en horas bajas, sin fuerza, cantando mientras mira al reloj, evidentemente hastiado y cansado de perpetuar esa farsa que le humilla y sin embargo le produce tantas satisfacciones económicas.



A Moon Shaped Pool no ofrece nada nuevo, es  un intento de Ok Computer pero con más arreglos de cuerda y menos guitarras. La misma idea que ya robaron en su día de Riverman de Nick Drake, pero estirada durante 50 minutos. Un disco que se hace eterno, con fallos de tracklist graves que acentúan un infantil maniqueísmo que se nos anuncia desde la portada en blanco y negro; del pulsátil staccato de Burn The Witch a la soporifera y lástimosa Daydreaming, de la enérgica Ful Stop a Glass Eyes, de Identikit a The Numbers  Una dicotomía que fatiga ya desde la primera escucha y que evidencia una intencionalidad fallida de crear una cohesión en un disco que pese a tener un eje estilístico central está hecho a base de retales de desechos de épocas pasadas.

Un Thom Yorke que degrada al resto de integrantes del grupo a meros arreglistas y que gracias a su magnífica visión empresarial utiliza su reciente divorcio como reclamo y como escudo para blindar de las críticas una re-imaginación oportunista de True Love Waits. Una nueva versión innecesaria, deconstruida y anodina que los fanáticos del grupo alaban confundiendo cinismo con catarsis. 

Un disco que a pesar de todas sus evidentes carencias, ha dejado a los fans complacidos simplemente por su oposición a The King Of Limbs. Unos fans incondicionales e irracionales  que sienten su cariño al grupo como una parte importante de su propia identidad y que al haber sentido el frio recibimiento que se le dio al anterior disco como un fracaso propio ya estaban absolutamente predispuestos a amar cualquier cosa que se pareciera a una canción típica de la “época dorada” del grupo.

La palabra que define a A Moon Shaped Pool es mediocre. Mediocre en su concepción, mediocre en su desarrollo y mediocre en su resultado. Si eres un fan que se ha tragado todo lo que han hecho anteriormente te gustará, sino, mejor que te dediques a escuchar a los artistas de los que roban sus ideas.



viernes, 1 de mayo de 2015

Muse: Repaso discográfico

Muse es ya un ejemplo más del clásico estereotipo de grupo que debuta a finales de los 90/comienzos de los 00's con un disco interesante y que acto seguido entra en una espiral de auto-destrucción creativa que (intencionadamente o no) los acerca al gran público y los despoja completamente de su credibilidad como artistas. Aunque el caso de Muse es especial, ya que, aunque bandas como Arcade Fire, The Strokes o Interpol hayan sufrido una suerte similar, aún conservan cierta dignidad y no se han convertido en una humillante y bochornosa auto-parodia.

Aprovechemos pues el anuncio de su inminente nuevo cataclismo musical para repasar su inconsistente discografía:




Su primer disco Showbiz (1999), a pesar de ser una imitación bastante descafeinada del The Bends de Radiohead (no es casualidad que éste fuera producido también por John Leckie), tenía algunos momentos cuasi brillantes (véanse Sunburn y Showbiz) entre una buena ración de canciones moñas que no iban a ninguna parte. A pesar de ello, el disco dejaba intuír cierto potencial y resultaba sorprendentemente cohesivo e incluso arriesgado para tratarse de un disco debut.

Dos años después refinaron esa formula y parieron Origin of Symmetry (2001); un disco repleto de buenas ideas (aunque mayormente recicladas) que con una ambición y energía impropias de la época aproximaron el Space Rock y el Rock progresivo al pop de masas creando auténticos hits como Plug in Baby o New Born. El disco gozó de un gran éxito comercial y de critica. Un éxito prematuro que lamentablemente haría mella en los jóvenes espíritus del trío británico.




Absolution (2003), su tercer largo, dio el pistoletazo de salida de su descenso meteórico hacia el foso del ridículo. Pese a que el disco no era un completo desastre, las claras pretensiones comerciales de su exitoso segundo single Time Is Running Out y los devaneos megalómanos de Butterflies & Hurricanes, Sing for Absolution y Apocalypse Please nos hacían saber que Matt Bellamy estaba siendo devorado por su propio ego y que se la estaba empezando a traer floja ya todo ese rollo de la integridad artística.

Con el norte ya perdido, decidieron fijarse en los Coldplay y Depeche Mode más empalagosos y accesibles para concebir el mediocre Black Holes & Revelations (2006) que los consagraría finalmente como fenómeno de masas y que serviría como una declaración de intenciones y preludio de los dos monumentales descalabros que vendrían después, The Resistance (2009) y The 2nd Law (2012).




Dos discos sin alma, efectistas, con una falta de originalidad y pasión solo comparables a sus delirios de grandeza y que reflejaban con una claridad cristalina un desdibujamiento de una fórmula que llevaba años mostrando signos importantes de fatiga. Dos trabajos que solo eran el resultado de la dramática autoindulgencia de un Matt Bellamy que decidió coger lo peor del rock de estadio de Queen y U2 para poder suplir con una teatralidad y espectacularidad de cartón piedra su evidente falta de talento y de ideas.

Muse hace tiempo que perdió el interés y la pasión por la música, por eso me sorprenden bastante las recientes declaraciones del grupo en las que aseguran querer volver a sus "orígenes" con su próximo disco Drones (sobre todo cuando es obvio que ya no tienen ninguna perspectiva sobre sí mismos). No hay mas que escuchar el primer adelanto del disco para darse cuenta de que no tienen ni puñetera idea de que es lo que les hizo ser lo que fueron, ni de que es lo que les ha hecho ser lo que son.




Lo peor es que he llegado a escuchar a algunos justificar sus últimos trabajos bajo el argumento de que "los buenos grupos no se estancan, evolucionan y experimentan con su sonido", pero es que a esto no se le llama experimentar, sino venderse al mayor postor.  Ellos antepusieron hace años el elogio barato de los consumidores musicales sin criterio a la creatividad, y eso se refleja claramente en sus proyectos. Han perdido toda la fuerza y frescura que los caracterizaban para poder abarcar un público mayor e intentan enmascararlo bajo capas y capas de fuegos artificiales, confeti y ruido mediático. Y esto para alguien con algo de cariño por el medio debería ser moralmente imperdonable.


Un abrazo, Klaus Ullmann






miércoles, 25 de febrero de 2015

Queen: La mediocridad hecha moda.



Queen es sin duda alguna, una de las bandas nacidas en los 70 mas alabadas y queridas a dia de hoy por el gran público. Pero aceptemoslo, funciona mejor como un accesorio de moda para adolescentes ignorantes pseudo-rebeldes nacidos en una "generación incorrecta" que como una banda de música respetable. Ni fueron influyentes, ni innovadores, ni crearon nunca nada digno de ser rescatado.

Y es que Queen es objetivamente una banda lamentable; su música tiene los niveles de Garna por las nubes y es tan banal, insustancial y pretenciosa que tengo que pausar la escucha de sus discos a la mitad porque mis oídos versados en mil batallas comienzan a desarrollar una repulsión física.

¿Cuáles son entonces los motivos de su desbordante éxito? Pues su éxito radica esencialmente en conceptos puramente extra-musicales, como el carisma de su difunto cantante, en su puesta en escena pirotécnica efectista y directa y sobre todo en su innegable valor como complemento estético y social. Un fán de Queen, a ojos de la masa borreguil sin interés real en la música, es un melómano empedernido, progresista, sensible y amante del arte.




Cierto es que esto no es un concepto nuevo, desde que la música comenzó a tener cierta difusión global, desde que se creo una "industria", no se vende calidad, ni substancia, ni siquiera se vende música, se vende una imagen, un determinado estatus social o unas vacuas ínfulas de éxito. Queen es el sueño húmedo de cualquier discográfica y sigue destacando hoy en día especialmente entre toda esa inabarcable montaña de basura por su ingente cantidad de singles de continuo ultra-radiado y por el culto postumo viral al malogrado Freddie Mercury.


Algunos tendréis la desfachatez de soltarme alguna falacia prepuber ad populum del estilo de:

"Pero si han tenido y tienen tantos cientos de millones de seguidores en todo el mundo, ¿Cómo puedes pensar que tu opinión vale mas que la de toda esa gente?"

 ¿Desde cuando el éxito de masas ha sido sinónimo de calidad o trascendencia? Lo único que nos indica el éxito comercial es que Queen ofrece un producto asquerosamente irresistible para el gran público por su accesibilidad ¿Por qué deberiamos de tener en cuenta la opinión de la gente que no tiene ninguna inquietud por la música y que se nutre de los bombardeos musicales que les propinan los medios de comunicación a la hora de valorar una obra?

  No hay mas que pasarse por la caja de comentarios de cualquier canción de Queen en Youtube para darse cuenta de que gran parte de su fanbase la componen puretas nostálgicos, gente que acaban de empezar a intuir el potencial que tiene nuestro medio de expresión favorito o directamente personas que no tienen ni puta idea de lo que están hablando:





Que sí, que todos todos tenemos que empezar por alguna parte, pero por favor no dejéis que la mediocridad os engulla.




 Un abrazo, Klaus Ullmann.






 


sábado, 14 de febrero de 2015

Introducción a la Garna

Después de unos cuantos años dedicandonos Fenryr y yo a la crítica musical de forma amateur, nos dimos cuenta de que nos era completamente imposible describir y juzgar acertadamente un medio de expresión abstracto mediante palabras; así que, comenzamos a buscar alternativas al método de valoración clásico fundado en los prejuicios vacuos y en la subjetividad. Con escaso éxito debo decir.

Por suerte hace un par de meses, durante una sesión de meditación trascendental con el "Something came over me" de Throbbing Gristle sonando de fondo, llegamos a la conclusión de que la única forma de valorar una obra sonora correctamente y de forma objetiva es mediante la extracción del porcentaje de Garna.

La Garna, es la unidad del coeficiente del inhibidor de la transmisión sensorial. Podemos decir entonces que, cuanto mayor es el porcentaje de Garna de una determinada composición, menor es la sustancia aprovechable rezumada por esta.



La capacidad de extraer el porcentaje de manera exitosa varía de una persona a otra, pero un oído entrenado en la materia como el nuestro puede conseguir una estimación muy cercana a la realidad (con una desviación típica del 1-3%), con unas cuentas escuchas concienzudas.

Nuestra necesidad de crear este blog nace de ahí, de la posibilidad de por fin poder ofrecer al público además de los ya típicos articulos de opinión propios de cualquier blog melómano, criticas y recomendaciones musicales completamente objetivas. Espero que disfrutéis y saquéis partido del contenido que veréis materializarse en este blog a partir del día de hoy.


Un abrazo, Klaus Ullmann